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“Los miserables”

      Por Iván González
Tenemos todos los colombianos, de muchas formas y con muchas iniciativas, hacer visibles a las tropas víctimas del conflicto armado. Vemos cómo a las víctimas contrarias les han dado grandes y hasta exorbitantes privilegios cuando en lugar de eso deberían ser castigados.
Zonas de transición, apoyo material para construir alojamientos, subsidios mensuales muy por arriba del salario mínimo, fondo económico para montar proyectos productivos, acompañamiento técnico. Asistencia médica, sicológica y educativa, perdón de culpas, ciudadanía, justicia especial y muchas otras cosas adicionales.
Porque esas dádivas se acordaron con límite definido.

Y la nación, en una infinita solidaridad se las ha prolongado por mucho más tiempo del acordado. Hasta multimillonarios salarios mensuales, con altos cargos de mucha honorabilidad nacional como son los del Senado. Que ningún soldado jamás tendrá. Ni siquiera si es General. Incluso disfrutando de costosísimos esquemas de seguridad privada. De los que nunca han disfrutado sus víctimas y por ello altamente vulnerables a sus agresiones delincuenciales.
Conversión de los delitos comunes en una fantasmagórica figura de Delitos Políticos. Que según su satánica mente sin aceptables a ellos pero nunca a los demás. Como la protesta violenta y hasta un supuesto derecho legítimo a la insurgencia criminal. Pues incluso generales ya jubilados indefensos y sin serles una amenaza, sólo por diabólica venganza, han sido sacrificados en estado de desprotección.

Cómo lo han sido miles de ciudadanos, niños, mujeres y familias. Incluso quemados vivos o bombardeando una iglesia atestada de feligreses en oración.
Mientras esas personas gozan de privilegios reservados para los ciudadanos con elevadas virtudes morales, intelectuales, humanas y sociales. Sin exigirles los esfuerzos y requisitos democráticos de elección que tienen que seguir todos los millones de ciudadanos regulares para llegar a ellos.
Y muy poco de admitir culpas, decir la verdad, prometer no repetición y menos hacer reparación. Ni siquiera sincera contrición y remordimiento. Por el contrario, después de hecho el Acuerdo decidieron crear otro grupo paralelo denominado Disidencia para negar y violar el Acuerdo. Creyendo que con simple cambio de nombre ocultan sus infernales culpas y a pesar de eso, incluso, han hecho protestas, dizque porque se les hemos incumplido y nos demandan que se les demos más.
Pero aunque todo lo anterior es totalmente inmerecido e irregular, sin embargo, no es lo más cruel e ignominioso. Hay algo peor.
Las tropas que defendieron la Ley y el Orden. La justicia y quiénes son los leales al gobierno, han sido totalmente ignorados. Jamás tendrán tan elevados favores. Más bien, de manera perversa les niegan tanto como les hemos dado demaciado a los bárbaros. Y hasta derechos mínimos. Por parte de las autoridades nombradas para otorgar todas las oportunidades antes mencionadas a la otra parte.
Mientras que a las tropas, abusando de ese alto privilegio de autoridad que el gobierno anterior les otorgó, se les oculta. Hasta el punto incluso de ponerles trabas ideadas premeditadamente por esos funcionarios ideologizados en favor de los terroristas y en contra de los antiterroristas. Con argumentos tan superfluos como el de la temporalidad, tramitomanía, protocolos y ceremonialismos santanderistas y leguleyos de sólo forma y nada de fondo.
Y de esa forma evidenciando el diabólico sesgo de estar muy en favor de quienes actuaron y algunos aún actúan, criminalmente. Y en contra de quienes dieron todo por la legitimidad y la legalidad. Ese uso desproporcional de la autoridad resulta en una cruel, no sólo agresión sino traición y hasta venganza que es casi que insoportable.

Pues muchos de ellos no sólo murieron. Siendo la esperanza de sustento en la vejez de sus abuelos, padres y apoyo de sus humildes hermanos y familiares. Incluso muchos de ellos se convirtieron en otra carga más de sus familias por sus grotescas limitaciones físicas.
Y nunca han pensado en contratar diabólicos negocios de abogados para demandar al pueblo colombiano ante cortes internacionales para exigir multimillonarias indemnizaciones. Aún siguen siendo fieles a su juramento de lealtad de defender, en lugar de ofender, a su pueblo.

Como si lo han hecho los terroristas tanto los armados como los terroristas intelectuales con título profesional de juristas o periodistas, en contubernio con malignos políticos.
Y esas cortes nos han exigido el pago de miles de millones a imaginarias víctimas pues nunca existieron. Y, después de eso, habiéndoseles demostrado el error, tanto los satánicos abogados y sus testaferros con máscara de víctimas, no nos reintegraron el botín de su delito. Para hacer doblemente doloroso el agravio.

Es decir, otro asalto adicional por vía judicial al pueblo y revictimizando, para más ofensa, a las tropas. Abogados y periodistas que por ese medio se hacen muy ricos a costa de nuestro sagrado tesoro nacional. Cruel infamia porque ni un disculpa pública dan.
Precisamente esas mismas cortes y gobernantes, a quienes esas sacrificadas tropas defendieron y sostuvieron, ahora les cierran las puertas para impedirles una justa compensación.
De tal manera que hay mucho dolor acumulado en quienes piensan con toda razón y justicia de que: “De nada les sirvió ser buenos”. Y por deducción lógica, a las actuales tropas les justifica pensar que tampoco les amerita serlo. Pues errores nacionales engendran consecuencias nacionales. Sensatez, equidad, justicia y lógica son la fresca fuente que remedia de inmediato la incontenible sed de paz.

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