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Cómo es una joven campesina.

    Por Yolanda Acevedo Arias

    Indiscutiblemente la marginalidad histórica con la que se mueven niñas y jóvenes en el campo es una situación preocupante. La continua hegemonía de los varones frente a la existencia de su género opuesto es evidente. En el campo la originalidad se pierde, el flujo de ideas de las mujeres se termina cuando expone su forma de pensar. Han sido y están siendo criadas para simplemente conformar una familia teniendo cantidad de hijos que las amarran y las alejan de sus ideales.

     Las oportunidades existentes no solo con la amplitud de la tecnología ellas no las disfrutan. Aparte de alguna vez entender que allá, afuera, hay un mundo en el cual podrían realizarse no solo como mujeres sino como verdaderos seres humanos, queda reducido a que existe algo llamado redes sociales en donde aprenden a interactuar, pero solo de una manera virtual, claudicando al hecho de que ellas también tienen derecho a participar del resto del mundo.

     Y esto se dá por el influjo ancestral del cual siguen llevando de manera cabal, sus progenitores su bien ser, se reduce a cocinar para obreros, limpiar casas, ordeñar vacas, preparar algunas comidas para la comunidad y entienden que esa es la vida idea. No sé hasta qué punto tengan razón de ese mundo ideal, puesto que lo que nos cobija en las ciudades es bastante diferente.

     Las jóvenes campesinas están convencidas que si llegan a la ciudad van a ser estigmatizadas precisamente por eso, por ser campesinas, por su contextura física, por su manera de expresarse y, sabemos que eso es así. Una campesina al llegar a la ciudad simplemente puede emplearse como doméstica, atendiendo grandes faenas y de manera arbitraria limitada a su condición de ser, algunas regresan al campo entendiendo que su desarrollo personal, creativo, espiritual solo se puede realizar con sus raizales, quienes continúan su mundo de esta manera.

     Es momento en que nos desplacemos al campo para enseñarles no solo las materias básicas que la Secretaria de Educación ofrece, sino que hay un mundo de oportunidades donde ellas también tienen un espacio, que sus ideas son valiosas y que lo que hacen y quieren desarrollar para la sociedad es de gran valía. Sinó fuera por esas niñas que están acostumbradas a arañar la tierra para levantar los cultivos y para atender a los hombres, el campo sería aún más dispar.

     Fundelt es una organización interesada en el bien social, es decir de todos los colombianos, ayudemos a todas esas niñas a involucrarse en una sociedad más equilibrada, en donde el valor de lo que hacen merece el precio que pagan. Acudamos a nuestra conciencia colectiva interactuando con ellas, pero no solo en época de votaciones, sino con agremiaciones que las involucren y retribuyan de una manera más equitativa su naturaleza y su existencia. Al igual que nosotros, son seres humanos que sonríen frente a la sencillez, que se le miden a todo, tan solo por tenerlas en cuenta y que forman parte de la fuerza laboral que tanto necesitamos para hacer de nuestra Patria querida un paraíso de convivencia sana.

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