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Educación con visión estratégica

Iván González Urán

En tiempos de la guerra de independencia, el doctor José Félix Restrepo oriundo de Envigado, en su condición de Secretario de Educación del Estado de Antioquía (1818) dictó el primer reglamento docente. Sostenía que la juventud necesitaba tener estudios mínimos militares. Para ello argumentaba.

“Todas las naciones se empeñan en instruir su juventud persuadidas de la necesidad de tener ciudadanos amantes de la justicia, magistrados en el bien de la patria y soldados que la defendiesen, era preciso formarlos en el estudio de las letras.

La sabiduría es la sumatoria de todos los conocimientos útiles al hombre y el fundamento principal de la felicidad pública. Trata de reglar la conducta, de fijar límites a los Estados, de declarar la guerra o establecer la paz. Porque en la dirección de todas las operaciones, es la sabiduría quien decide. Hasta la gloria militar, que pareciese no tener nada en común con las letras, es dependiente de sus preceptos.

Las grandes empresas no sólo necesitan el valor del corazón y la fuerza del brazo, sino también la eficacia del raciocinio y la penetración del discurso. No basta con conseguir logros y saber pelear, si no sabemos discurrir. La gloria militar sin letra sería una exaltación muy brillante, pero de corta duración.

Alquiles no habría logrado mayor renombre sin la pluma de Homero. Sin las letras, la superioridad militar de los romanos no habría excedido la duración de su imperio por las armas. La conquista de Alejandro no habría pasado los límites de Grecia.

Ni se sabría que venció al poderoso Darío, si los griegos no hubiesen sido más sabios que los persas. Filipo se gloriaba más de haber enviado a su hijo Alejandro a la academia de Aristóteles, que por haber conquistado a Grecia. Muchas veces confesó que su mayor estorbo no fueron los atenienses, sino la elocuencia de Demóstenes. Julio César, Pompeyo y Escipión protegieron el conocimiento requerido en sus campañas.

César debió más a su pluma que a su espada. Grecia y Roma llegaron al mayor grado de esplendor militar cuando cultivaron las ciencias y la cultura. Su dogma: “El destino de una nación sabia es el mandar y la ignorante a obedecer”.

El general, Michael Dugan, exjefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF), comentó como esa Fuerza, estaba produciendo una generación de camioneros analfabetos.

Estaba preocupado porque los oficiales que aspiraban a ocupar posiciones superiores de liderazgo sabían mucho sobre aviones y muy poco sobre el poder aéreo. Con las manos podían hablar, con ingenio sobre tácticas aéreas, pero estaban mal preparados para pensar en torno a la estrategia aérea. Quizás una exageración. Sin embargo, bastante realidad frente a lo que quisiéramos admitir.

Según el coronel Dennis Drew. USAF, durante años observamos la llegada de la élite de los oficiales de la Fuerza Aérea a las academias sobre el empleo especializado del recurso aéreo. En su mayoría ignoraban los criterios elementales sobre el poder aéreo, que se suponía ya deberían saber. Desconocían su teoría, evolución, historia, significado y trascendencia. Eran oficiales producto de un sistema donde no se recompensa el autoperfeccionamiento profesional. Ni se promueve la autoilustración depositando esa carga solo sobre la docencia militar profesional formal.

Son dos épocas muy distantes entre el doctor Restrepo colombiano y el general Dugan y el coronel Drew estadounidenses, pero similares en el fondo de sus apreciaciones. Cada uno a su manera.

La necesidad insatisfecha de la capacitación científica y profesional del oficial, predominante entre nuestras F AA, parece ser la causa del problema. Hace que se desconozca lo trascendente, en la medida en que se escalan grados y se asumen mayores responsabilidades.

Por lo tanto, el deber de ilustrarse comparte de un proceso de perfeccionamiento continuo. Abandonando los asuntos y las necesidades menores y los tácticos, que asumen los relevos para enfrentarse a los temas estratégicos, escenario donde que el conocimiento de un panorama más amplio, profundo, político y mundial, es de mayor importancia. Lo que caracteriza al Oficial de Estado Mayor.

La falta de amplio espectro para dilucidar los problemas, es lo que Clausewitz llamó la niebla de la guerra o del combate. Que oscurece la mente cuando no se hicieron los esfuerzos de disolver las limitaciones que nos depara la mejor ilustración. Como líderes obligados a conseguir la inevitable victoria.

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