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¿Es Putin un avezado estratega geopolítico o un gobernante imprudente con ínfulas imperiales?

     Geopolítica de Rusia

      Pese a que la estresante tensión en torno a la inminente invasión a Ucrania comenzó hace varios meses, aún no se sabe si las intenciones de Putin con la acumulación de tropas en la frontera con Ucrania podría ser una forma calculada de engaño convincente a detractores y amigos, o que durante la pandemia podría haber causado algún cambio sustancial en su pensamiento y acciones.

      La razón esencial, es que mientras aumenta la crisis de Ucrania, las predicciones a cualquier desenlace gravitan a escudriñar ¿qué tipo de líder es el presidente Vladimir V. Putin?

     Aunque en Moscú, algunos analistas continúan convencidos de que el presidente ruso es racional y que tanto costos como riesgos de invadir Ucrania serían tan grandes, que la actual acumulación de tropas podría ser un engaño muy convincente, otros exertos en el tema, suponen de que en medio de la pandemia, ocurrió un cambio que pudo haberlo dejado más paranoico, más agresivo y más imprudente.

      La enorme mesa que Putin utiliza para distanciarse físicamente de los líderes europeos que lo visitaron para hablar sobre la crisis de Ucrania que afecta la paz y la seguridad del viejo continente, para algunos observadores veteranos, simboliza el desapego de Putin hacia el resto del mundo, a quien la televisión estatal lo muestra celebrando la mayoría de las reuniones clave por teleconferencia solo en una sala y manteniendo a distancia, inclusive de sus ministros a quienes pocas veces convoca en persona.

     Aunque las especulaciones acerca del estado mental de un líder siempre son tensas, pero a medida que se acerca la decisión trascendental de Putin, las críticas y suposiciones acerca de su estado de salud mental.

      Sin duda, en comparación con cualquiera de las acciones que ha tomado Putin antes, una invasión a gran escala de Ucrania sería una escalada enorme. En 2014, mediante un subterfugio planeado, dirigido, financiado y ejecutado a órdenes del Kremlin facilitó que las fuerzas armadas rusas, con uniformes militares extraños, tomaron Crimea sin disparar un solo cartucho. Y la guerra de poder que Putin fomentó en el oriente de Ucrania, le permitió negar ser parte del conflicto, e inclusive en el manipulado Acuerdo de Minsk, Putin logró pasar de victimario a víctima y por arte de la manipulación, Rusia quedó como observador del problema y no como el causante de la crisis.

      Imbuido del narcisismo que acompaña a los autócratas, Putin proyecta la imagen de un estadista sobrio, haciendo caso omiso tanto de los agitadores nacionalistas en los programas de entrevistas televisadas en horario estelar, como en el parlamento ruso, donde lo han instado durante los últimos seis años, a que más expolie territorio de Ucrania.

      Y, aunque Putin se presenta a sí mismo como el garante de la estabilidad de Rusia, en la práctica podría enfrentar duros obstáculos económicos, derivados de las sanciones occidentales y la agitación social, si hay bajas en el campo de batalla y entre los civiles.

      Producto del articulado manejo de las estratagemas de guerra sicológica para ganar respaldo interno, copiados al mejor estilo de los manuales soviéticos, muchos ciudadanos rusos parecen suscribirse a la narrativa del Kremlin, de que Occidente es el agresor en la crisis de Ucrania, con la circunstancia agravante que el mensaje alarmista de Washington acerca de la inminente invasión rusa a Ucrania, ha reforzado esa opinión, porque deja en el ambiente la apariencia de que Occidente ejerce presión y aumenta tensiones.

      Entonces, si Putin ordena una operación militar breve y limitada similar a la guerra de cinco días contra Georgia en 2008, se supondría que los rusos apoyaran tal decisión.

      Debido a que todavía tal guerra parece impensable e irracional, el enfrentamiento contra Ucrania sería la última etapa del sistemático esfuerzo de Putin, para obligar a Occidente a aceptar lo que él considera preocupaciones fundamentales de seguridad para Rusia.

      Según ese pensamiento durante la década de 1990, Occidente impuso un nuevo orden europeo frente a una Rusia débil, que ignoró la necesidad histórica de poseer una zona de amortiguamiento geopolítica al occidente sus fronteras. Y ahora que Rusia es más fuerte, dicen estos expertos, sería razonable que cualquier líder del Kremlin intentara redibujar ese mapa.

      Por momentos parecería que Putin es “forzar la revisión parcial del resultado de la Guerra Fría”. Pero todavía se cree que Putin no ordenará a una invasión a gran escala, sino que recurrirá a “medios especiales, asimétricos o híbridos”, con el fin de hacer creer a los dirigentes de Occidente que está listo para atacar.

      A partir de esta línea de pensamiento, los analistas rusos, aseguran que los funcionarios estadounidenses cayeron en el error de multiplicar una imagen exagerada de Putin como un genio maligno y de las reales capacidades militares rusas para expandir la proyección geopolítica del Kremlin. Debido a que fracasaron los intentos anteriores de Putin de negociar con Occidente sobre el control de armas y la expansión de la OTAN, el Kremlin aumentó las apuestas hasta el extremo que es imposible ignorar los intereses geopolíticos rusos.

      Sin embargo, los analistas se han equivocado antes en torno a la subsiguiente jugada de Putin. Prueba de ello es que en 2014, Rusia se apoderó de Crimea, inclusive cuando pocos analistas de Moscú predecían una intervención militar en la estratégica península ucraniana.

      Por su parte, los escépticos de la opinión de que Putin está mintiendo señalan y resaltan que durante la pandemia, el autócrata ruso ya ha tomado medidas que antes parecían poco probables, verbigracia la dura represión contra la red del opositor Aleksei A. Navalny, contradice la anterior opinión generalizada, de que Putin estaba cómodo permitiendo cierta disidencia interna, como una premeditada válvula de escape para atenuar el descontento social, político y económico de muchos rusos.

     Todo lo anterior indica que si ya Putin ha traspasado impunemente varias líneas rojas, sin que haya sido contenido por los afectados directos o indirectos, no se puede descartar que como lo reiteran los altos funcionarios estadounidenses, en breve el mundo observará atónito como las poderosas fuerzas rusas martirizan al valiente pueblo ucraniano, que está dispuesto a dar duras batallas por su libertad e independencia.

     Sería ingenuo desconocer que hay intereses geopolíticos de varios actores involucrados en la actual crisis, pero también sería ingenuo desconocer que un autócrata con ínfulas y delirios imperiales al estilo Nerón o Calígula, puede encender la chispa de una impredecible conflagración.

      En síntesis, ante la actual crisis, el mundo necesita menos diagnósticos con el corazón, menos sapiencias justificativas y más realismo, para evitar que un absolutista gobernante imprudente encienda una desaforada hoguera de pasiones con impredecible desenlace.

      Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

      Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

        www.luisvillamarin.com

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