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Exhortación a la conquista del Dniéper

     Por Alejandro Lamus

Ucrania es un país con pocas alturas y muchos ríos, los cuales se han convertido en la característica geográfica fundamental para tener en cuenta en el planteamiento estratégico y táctico en la llamada Operación Especial.

Dependiendo del caudal, un río puede ser una autopista presta para lanzar un ataque sorpresa, una zanja antitanque, o una excelente barrera natural con la cual mantener a raya los avances enemigos por tierra e intentar cruzarlo puede ser una tarea increíblemente desafiante; si no, pregúntenle a Rusia. Pero si hay un río que haya sido protagonista durante todas las fases de la guerra, ese sería el Río Dniéper: un río de aproximadamente 2200 km que nace en Rusia hasta Bielorrusia, la atraviesa y baja por Ucrania, partiéndola en dos, para desembocar al fin en el Mar Negro.

Un río cuyo caudal en ciertos tramos puede ser de más de un kilómetro y que en Zaporizhia se encuentra con la presa hidroeléctrica de Nova Kajovka, la cual forma un embalse que Ucrania usa para regar los campos y alimentar a la mayor central nuclear de Europa, hoy por hoy en manos rusas; muy a pesar de Ucrania y sus fuerzas especiales. En el delta del río se encuentra la ciudad de Jersón, ocupada durante la primera fase de la invasión, que en la otra orilla comunicaba con el corredor terrestre a través del puente Antonivka y la presa de Nova Kajovka, posibilitando la logística.

Este frente amenazaba con llegar a Odessa, dejando a Ucrania sin acceso al mar; pero la ofensiva rusa fracasó a mitad de camino siendo derrotada en la vecina ciudad de Mykolaiv, obligando una retirada hacia Jersón.

Este frente se volvió cada vez más insostenible, pues Ucrania atacó el puente Antonivka, dejándolo inservible; al tiempo que ejercía una fuerte presión sobre las vías que atravesaban la presa, dificultando enormemente el envío de suministros para las tropas rusas ahí apostadas. Entonces Rusia estableció un sistema de barcazas para cruzar el Dniéper y solventar así la logística del frente, lo cual demostró ser insuficiente y la situación ya era crítica para Rusia en todos los frentes de la guerra; entonces Serguei Surovikin, apodado General Armagedón, anuncia el 9 de noviembre de 2022 la retirada de Jersón y repliega sus fuerzas del otro lado del río.

Esto no significó el fin de la campaña en el Dniéper, pues Ucrania procura mantener una amenaza creíble y constante de desembarco anfibioen la zona, ya sea para establecer una cabeza de puente en la otra orilla; o para fijar fuerzas rusas en esta zona y evitar de esta manera que estas sean desplegadas en otros frentes ante el temor de una incursión ucraniana fuera de control. No es gratuito que la Royal Navy haya entrenado alrededor de 1000 solados ucranianos en el arte de las incursiones tipo comando y operaciones anfibias. Estos asaltos se hacen usualmente de noche o cuando hay neblina, usando rifles de asalto, ametralladoras y lanchas rápidas; desde las cuales desembarcan fuerzas especiales y unidades entrenadas por la Royal Navy para golpear las posiciones enemigas en tierra.

Usualmente tras estos ataques, los apodados “demonios del Dniéper” se retiran con rapidez para evitar que el enemigo tenga tiempo de reaccionar con drones o artillería. Para mediados del 2023, estos ya tenían un prontuario digno de respeto: asaltos y hostigamientos contra la Central Nuclear de Zaporizhia, operaciones anfibias contra la artillería rusa en la península de Kinburn y el control de algunas islas del estuario del Dniéper, como la Isla Potemkin; experiencias que tuvieron que animarlos a ser cada vez más osados. Tal vez por eso, en abril de 2023, los ucranianos atrevidamente cruzaron el destruido puente de Antonivka y se tomaron el pueblo de Dachi, en la orilla opuesta de Jersón.

Este pueblecillo se sitúa en una isla que conecta a tierra mediante un puente que cruza el Río Konka, tributario del Dnieper;situación que dificulta cualquier ataque ruso por tierra, así como el avance ucraniano, haciéndolo inviable como una cabeza de playa desde la cual lanzar una gran ofensiva. A la toma de Dachi le siguió la ocupación de varias islas del Dnieper y ya era manifiesta la peligrosidad de una escalada por la ciudad Oleshky, al sur de Dachi, contexto en el cual se dio la voladura de la presa Nova Kajovka el 6 de junio de 2023.

 Según algunas fuentes, esta operación habría sido llevada a cabo por los mismos rusos que ocupaban el lugar con el fin de inundar los territorios río abajo y de esa manera dificultar una posible ofensiva ucraniana en toda la zona de Jersón. Esto no deja de ser una suposición, pues los rusos culpan a los ucranianos del hecho y en plena guerra es difícil de afirmar con certeza quien fue el responsable. De cualquier manera, el embalse empezó a secarse, formando grandes lodazales que dificultaron la ocupación de los territorios río abajo, inundándolos por completo en ciertos casos; como ocurrió en Dachi, Oleshki, Hola Prystan, Isla Potemkin y la Península de Kinburn, entre otros tantos.

 Civiles y militares se vieron obligados a evacuar, pero estos territorios se recuperaron nuevamente en cuestión de semanas y sin mayores concesiones. En todo caso, la voladura parece haber sepultado bajo el lodo el trabajo que durante meses habían realizado los ucranianos, quienes seguramente tuvieron que aplazar sus planes. Pasado el tiempo, a mitad de camino entre Jersón y Nova Kajovka, se encuentra Kozachi Laheri; un pueblo al noreste de Oleshky a orillas del río Konka, en donde se dio un espectacular desembarco nocturno el 8 de agosto de 2023. Entre 40 y 50 soldados ucranianos participaron en la incursión y hasta se filtraron videos de los combates desde las lanchas.

No parece estar muy claro cuál fue el desenlace de esta acción, pues hay versiones contradictorias; unos afirman que el ataque fue repelido, otros que fue exitoso y que hasta capturaron como prisioneros a unos oficiales rusos; pero en cualquiera de estos casos se afirma que los ucranianos, luego de la incursión, se habrían retirado en las lanchas; y luego hay otras versiones que aseguran que algunas unidades habrían logrado establecer posiciones fijas en tierra durante cierto tiempo, a pesar de no haber tomado el pueblo completo.

 Dos meses después, en la segunda mitad del mes de octubre, incursiones al sur de Dachi en Poyma, Pishchanivka y Pidstepne lograron efímeras ganancias territoriales para los ucranianos, poniendo en evidencia la debilidad rusa en esta zona del frente. Toda esta serie de asaltos e incursiones por el Dniéper culminaron en la captura de Krynky, un pueblecito al noreste de Kozachi Laheri, que antes de la guerra tenía menos de mil habitantes; el cual cayó tras fuertes combates y bombardeos, desde el cual Ucrania tuvo la posibilidad de expandir su control y crear una auténtica cabeza de puente del otro lado del río. Krynky reunió todos los esfuerzos de la zona y en su punto álgido parecía a punto de desbordar la resistencia rusa, al punto que hubo reportes de vehículos para infantería mecanizada cruzando en Dnieper en balsas de desembarco, hecho que nunca se confirmó. Lo sí es claro, es que en cuanto llegó el invierno las condiciones climáticas dificultaron enormemente la logística de última milla con lanchas y botes, única forma posible de transporte de suministros y personal hasta el otro lado del río; pues este se llenó de lodo y en partes estaba congelado.

 Al mismo tiempo las tácticas rusas mejoraron considerablemente, causando estragos en las posiciones ucranianas y sus líneas de suministro; siendo las más relevantes la artillería termobárica, el uso intensivo de drones, el dominio aéreo junto al bombardeo de precisión con bombas planeadoras y el constante hostigamiento de las unidades rusas recién llegadas a la zona. Tras el invierno, el pueblo quedó completamente arrasado, dejando tras de sí los puros escombros de las casas y los sótanos, ahora convertidos en madrigueras fortificadas que atrincheraban a los pocos combatientes que aún se resistían tercamente junto a los heridos, en condiciones deplorables; ya que no contaban con los medios para la evacuación.

La situación en enero era todo un desastre mediático para Ucrania y para el día 20 de febrero de 2024 el mismo Vladimir Putin afirmó en público que había recibido de sus oficiales un reporte sosteniendo que Krynky finalmente estaba en manos rusas.

 A pesar de las declaraciones, parece que todavía hay un mínimo de actividad en la zona y la cantidad de bajas causadas con drones entre abril y mayo a las posiciones rusas apostadas a lo largo del Dniéper es un posible indicio de que el comando ucraniano todavía puede tener planes de cruzar el río.

 Tengamos en cuenta que un avance significativo en este frente pone a Ucrania adportas de la península de Crimea, pues entre la misma y el Dniéper no hay grandes ciudades ni tampoco una línea defensiva tan extensa como sí la hay en el corredor terrestre. Con todo lo dicho, Ucrania todavía puede explotar este frente de forma mucho más efectiva en el futuro, siempre y cuando logre mejorar sus capacidades de asalto anfibio, minimizando bajas cuando incursiona en la orilla enemiga; y disponga de medios logísticos mejor protegidos que le permitan evacuar y pertrechar con mayor seguridad a las tropas apostadas en territorio enemigo, lo que a su vez podría permitir un avance por tierra más significativo.

 Pensando en lo anterior, Estados Unidos ha hecho entrega de numerosas embarcaciones fluviales, tales como la clase Mark IV, lanchas tipo SURC (small unit riverine craft), patrulleras Sea Ark clase Dauntless, Metal Shark clase Defiant, entre otras. Ucrania así mismo contaba con algunas embarcaciones fluviales e igualmente intenta producir lo que puede, a pesar de las restricciones de la guerra.

Es el caso del Poloz-M16, un prototipo de canoa motorizada para dos personas de tan solo 18 kg, armada con un lanzagranadas en la proa y un motor eléctrico, con la opción de usar remos estilo kayak de dos extremos para operaciones especialmente sigilosas. A pesar de una clara ventaja material y humana en el Dniéper, las embarcaciones ucranianas no están exentas de peligro cuando navegan, pues reciben hostigamientos constantes con armas ligeras, drones y artillería desde la orilla oriental que Rusia controla; razón por la cual se suelen instalar de forma hechiza y artesanal jaulas antidrones y placas metálicas sobre la cubierta de los botes, a la manera de los tanques tortuga rusos.

Estas medidas improvisadas evidencian importantes carencias en el diseño de los botes y se sabe que al menos unas 50 embarcaciones habían sido destruidas para finales del año pasado. Con esto, no sorprende que Suecia haya anunciado el envío de botes CB90 como parte de un paquete de ayuda; pues seguramente los botes empiezan a escasear y Ucrania se beneficiaría de tener embarcaciones con mejor blindaje y protección, que brinden mayor seguridad a la tripulación y tengan una vida útil más larga . En Colombia, los ríos también han sido protagonistas. Del espesor de la selva, al frío páramo, por montañas y valles, en toda su diversidad serpentean caudalosos ríos que bañan la

geografía nacional. Esto es todo un reto para las diferentes ramas de las fuerzas militares, que deben esforzarse por formar cuerpos militares competentes que puedan operar con efectividad en todos estos ambientes y terrenos; lo que a su vez crea toda una serie de necesidades doctrinales y materiales. Desgraciadamente y al igual que Ucrania, nuestros ríos también han sido escenario propicio para la violencia, pues sus cuencas han sido vías de acceso predilectas para el narcotráfico y la insurgencia; por eso el espesor de las riberas ha tenido que ser testigo del heroico sacrificio de muchos soldados que a bordo de lanchas los patrullaban.

Esta particularidad que tiene la geografía colombiana ha motivado la formación de diversos cuerpos de fuerzas especiales, presentes tanto en las fuerzas militares como en la policía: FUDRA, COPES, JUNGLA, GAULA, ETC. En un primer momento, su instrucción fue apadrinada por fuerzas especiales extranjeras, como por ejemplo el SAS británico o los Rangers de Estados Unidos; sin embargo, hoy en día la propia instrucción colombiana tiene tanto prestigio a nivel internacional que lo mismos ingleses y estadounidenses envían tropas a Tolemaida a recibir entrenamiento junto a las nuestras.

Estas capacidades excepcionales de nuestras fuerzas especiales han sido demostradas una y otra vez en competencias internacionales, así como en las múltiples operaciones militares en las que se han visto involucradas. Estas se deben a la doctrina y a un fuerte entrenamiento recibido durante el curso, siendo el de lanceros el más famoso del país; el cual tiene la misión de formar unidades de fuerzas especiales de elite y pelotones de infantería ligera capaces de planear y conducir misiones de combate irregular en diferentes ambientes operacionales, empleando técnicas de asalto aéreo, combate urbano, supervivencia en el agua para asalto anfibio y cruce de obstáculos. Si tenemos en cuenta que la mismísima Royal Navy entrena soldados ucranianos haciendo énfasis en este tipo de capacidades, entonces no sería descabellado pensar que Colombia pueda sumarse a este esfuerzo y ayudar a Ucrania a formar tropas de elite para operaciones especiales, altamente capacitadas en asaltos e incursiones a través de los múltiples ríos que recorren Ucrania.

Además de garantizar una excelente formación, las fuerzas militares deben proveer los medios necesarios para el combate. En el caso del combate fluvial, la armada colombiana adquiere lanchas LPR-93 tipo Piranha y Anguila de Estados Unidos para la lucha contrainsurgente en la década de los 90’s.

Estas lanchas son excelentes y algunas siguen operativas hoy en día, pero sus motores Caterpillar 3208 ya eran viejos en ese momento y tienen dificultades para navegar en aguas someras o con altos niveles de sedimentación; pero evidentemente el problema más grave que tienen es la falta de protección, pues son lanchas que no cuentan con ningún tipo de blindaje para proteger la vida de sus tripulantes, así como las que opera Ucrania.

Con esto en mente, en el 2006 el entonces Capitán de Navío Jorge Enrique Carreño le propone a la Armada Nacional el diseño de la primera Lancha Patrullera de Río, una visión que se hizo realidad el año 2010 con la primera generación de tres Lanchas Patrulleras de Río LPR-40 MKI; diseñadas y construidas por COTECMAR.

 En el 2013, tras unas mejoras de diseño, nace la segunda generación de Lanchas Patrulleras de Río LPR-40 MKII con doce nuevas embarcaciones entre el 2014 y el 2017; calificadas en su momento como “bombarderos de los ríos”. En comparación con las LPR-93, las LPR-40 ofrecen mucha más protección, poder de fuego y maniobrabilidad en aguas poco profundas; al tiempo que mantiene la velocidad característica de una lancha de asalto.

Las LPR-40 tienen 12,7 m de eslora, 2,8 m de manga y un calado de 0,65m a carga máxima, cuentan con dos motores diésel Caterpillar de 510 caballos (517 CV) a 2500 RPM para impulsar un sistema doble de propulsión a chorro tipo Water Jet de la serie HJ de Hamilton Jets que le permite a la embarcación alcanzar velocidades de hasta 35 nudos y le otorga la habilidad de girar 360° sobre su propio eje.

Estas características garantizan una excelente maniobrabilidad en casi cualquier entorno, incluso con alta sedimentación; y por si fuera poco cuentan con hasta 5 días de autonomía (o 950 km) a 25 nudos. Todas estas capacidades reunidas en una sola embarcación le permitirían a Ucrania ampliar la versatilidad operacional de sus fuerzas anfibias, pues facilitarían la incursión en aguas poco profundas cuando hay sequía o en ciertos afluentes del Dnieper de menor caudal; abriendo nuevas rutas operacionales para sorprender las posiciones rusas o también para facilitar el transporte en invierno cuando hay más sedimentación y la navegación se vuelve más difícil y riesgosa. Con respecto a su armamento, esta dispone de dos puntos de fuego al interior de la cabina, completamente protegidos por paneles y vidrios blindados para ametralladoras de hasta 7.62 mm en cada costado; pero indudablemente el poder de fuego de la LPR-40 proviene principalmente de sus avanzados puestos de armas.

Estos están armados con ametralladoras pesadas o lanzagranadas, según la necesidad, uno en proa y otro en popa; los cuales pueden ser operados de forma remota y segura desde el interior de la embarcación gracias al Sistema de Armas Automatizadas del bote o SAA-LPR. Este montaje consiste básicamente en un sistema de engranes accionados por servos y un sistema de cámaras que le permiten al sistema hacer correcciones y calcular la trayectoria del disparo, acoplado a un sistema de tiro conformado por un telémetro y dos cámaras, una para visión diurna y otra nocturna; función de extrema utilidad en asaltos como el de Kozachi Laheri.

 Estos puestos de armas también pueden ser accionados manualmente desde una posición segura al pie del arma si así se requiere, en caso de alguna falla de alimentación eléctrica o del sistema de armas. El conjunto se comunica con el puente por medio de enlaces electrónicos de manera que se puede controlar el arma desde ambas partes, al tiempo que graba en video lo que registran las cámaras de los montajes.

 Este sistema de armas es la segunda generación de este tipo y se trata de un desarrollo colombiano bajo el liderazgo del Departamento de Armas y Electrónica DARET de la Base Naval ARC Bolívar en Cartagena, que ya se ha usado con éxito en las Patrulleras de Apoyo Fluvial o PAF, buques fluviales que también son diseño colombiano. Con una excelente movilidad y poder de fuego, lo que más llama la atención de la LPR-40 es la protección que ofrece, pues la embarcación está completamente blindada para proteger la vida de sus 6 tripulantes contra amenazas tipo NIJ III+, es decir, contra esquirlas e impactos de municiones 5.56×45 mm y 7.62×51 mm, típicas de los rifles de asalto.

La fabricación de este tipo de blindajes la realiza COTECMAR y es considerada el estado del arte en el país. Este sistema está compuesto por vidrios y paneles de blindaje exterior instalados en ángulos que protegen el alojamiento, los cuartos de motores, los puestos de armamento y toda la estructura de la lancha en general. La LPR40 ha sido probada en combate real en múltiples ocasiones y ha recibido impactos de municiones de diferentes calibres, pero gracias a su maniobrabilidad y novedoso sistema de protección balístico, su armadura externa no ha sido vulnerada.

Con este desempeño, la LPR-40 se ha demostrado capaz de proteger efectivamente a su tripulación, hecho que despierta el interés de otras naciones. Muestra de ello es el acuerdo para la adquisición de estas naves que firmaron los ministros de Defensa de Brasil y Colombia en mayo de 2012, para exportar un lote inicial de 4 unidades por un valor de 8,3 millones de dólares, marcando un hito histórico, pues es la primera vez que una tecnología militar fabricada en Colombia se exporta a otro país.

En el 2012 se estimaba que cada unidad costaba entre 1,5 y 1,8 millones de dólares, siendo este un precio bastante competitivo dentro del pequeño nicho de mercado que es el de las patrulleras fluviales. Es de señalar que las embarcaciones exportadas a Brasil tenían especificaciones que modificaban el diseño original para facilitar el transporte de personal, priorizando este aspecto sobre lo demás, a pesar de seguir siendo embarcaciones de segunda generación. Este diseño y función sería de mucha utilidad a Ucrania en el Dniéper, pues facilitarían el transporte de personal y suministros gracias una maniobrabilidad excelente en condiciones adversas, blindaje completo y sistemas avanzados de control que brindan una mayor seguridad que las lanchas desprotegidas que se usan en la actualidad para toda clase de tareas; minimizando así pérdidas humanas y materiales.

Actualmente Colombia posee 3 LPR-40 MK I y 12 LPR-40 Mk II, que junto a las 4 LPR exportadas a Brasil suman 19 unidades producidas en total, siendo esta una cifra más bien discreta. Existe desde hace años una propuesta de diseño para la LPR-40 Mk III, la cual tendría versiones específicas para vigilancia, cobertura y transporte, pero estas nunca llegaron a fase de producción. A pesar de su versatilidad, competitividad y capacidad probada en combate, se ha desaprovechado el potencial de exportación que tiene la LPR-40; pero Ucrania nos presenta una nueva oportunidad para exportar estas innovaciones y así demostrar al mundo las capacidades que brinda la embarcación en una guerra convencional.

Una vez probadas con éxito en combate en la mismísima Ucrania, se demostraría confianza en el producto y le daría prestigio a la industria nacional, que con esto tendría mejores posibilidades para posicionar adecuadamente a las LPR-40 en su nicho particular dentro del mercado; cuyo potencial de exportación analizaremos más adelante.

Para asegurar su mejor desempeño, las embarcaciones que se enviasen a Ucrania tendrían que pasar por un proceso de reacondicionamiento y habría que tener ciertas precauciones a partir de las lecciones que ya ha dejado la guerra hasta este momento; especialmente en cuanto a la vulnerabilidad general de toda clase de vehículos al uso intensivo de drones y municiones merodeadoras. Frente a esta amenaza, se suelen instalar jaulas antidrones, blindaje adicional y medidas electrónicas como inhibidores de señal; que como mínimo las dos primeras opciones deberían de poder ser adaptadas a las unidades ya fabricadas sin mayores dificultades técnicas.

A este envío debería sumarse un esfuerzo industrial importante por parte de COTECMAR para empezar a producir cuanto antes la tercera generación de la LPR-40, pudiéndose apoyar en otros astilleros nacionales para tercerizar ciertos procesos productivos con el fin de recortar costes y acelerar la construcción de las embarcaciones; que adicionalmente tendrían que ser producidas en cantidades suficientes como para cubrir las necesidades de nuestra armada, suplir una posible demanda ucraniana y generar excedentes como para exportar o refacciones.

Esta nueva generación debería contar con un mejor blindaje, especialmente en la cubierta; jaula antidrones de fábrica y contar con al menos dos de los tres modelos planteados inicialmente: los de cobertura y transporte, descartando el de vigilancia; a cambio de la posibilidad de desarrollar un modelo antidrones que pueda neutralizar estas armas en un radio operativo efectivo, pues son muchas las bajas causadas con aquellas a los buques que navegan por el Dnieper.

Este nuevo modelo antidrones podría incorporar diferentes desarrollos que se han dado dentro del GSED (Grupo Social y Empresarial del Sector Defensa), principalmente nos referimos al sistema inhibidor de drones y el radar de vigilancia de superficie SINDER, ambos desarrollos de CODALTEC; así como la estación de armas RWS Light desarrollada en conjunto por la ARC e Indumil.

Todos estos desarrollos individuales son perfectamente complementarios y pueden ser integrados orgánicamente en la versión final de la nave, eso sí, requiere de una cooperación empresarial importante. Todo este esfuerzo no cae en saco roto, pues lo cierto es que hoy por hoy el mundo parece estar atravesando una crisis política profunda y los tambores de la guerra parecen sonar cada vez con más intensidad.

Para ilustrar este punto traemos a colación la crisis de Níger, país que hasta hace poco era miembro de ECOWAS (Comunidad Económica de Estados de África Occidental), en donde el comandante de la guardia presidencial, el general Abdourahamane Tchianiun, dio un golpe de estado al gobierno del presidente Mohamed Bazoum el 26 de julio de 2023; el cuarto en la región, siguiendo el ejemplo Guinea, Malí y Burkina Faso, ahora convertidas en dictaduras militares.

Frente al hecho, ECOWAS anunció de forma conjunta una intervención militar si el gobierno golpista no restauraba en el poder al presidente electo en el plazo de una semana, pudiendo ser esta otra más de las tantas intervenciones que ya han realizado en la región. Conscientes de esta amenaza, los gobiernos de Mali y Burkina Faso anunciaron su respaldo militar a Níger si es que esta llegaba a ser atacada, despertando el temor de una posible guerra regional.

 Finalmente, el plazo se cumplió y no se materializó la tan temida escalada; eso sí, estas tres dictaduras, por cierto apoyadas por Rusia, firmarían un pacto militar conocido como la Alianza de los Estados del Sahel el 16 de septiembre del mismo año como respuesta a la crisis. Vale la pena analizar que esta guerra regional se habría podido concentrar especialmente a lo largo del Río Níger, el cual atraviesa a Mali y Níger, que a sus orillas concentran la mayor parte de su población; para desembocar finalmente en Nigeria, país líder de ECOWAS, potencia militar y demográfica indiscutible de la región; apoyada por Estados Unidos y Francia.

 Esta crisis se ha mantenido congelada por meses, pero esto no significa que el riesgo de una escalada militar no pueda materializarse un día cualquiera, pues si hay algo que caracteriza a los gobiernos africanos es su volatilidad. Lo que sí es seguro, es que las partes enfrentadas ya han tomado nota de la importancia geográfica que el Río Níger plantea en términos estratégicos, por lo que el desarrollo de unas capacidades fluviales suficientes como para afrontar una posible confrontación militar por el Níger y sus afluentes es, hoy por hoy, una necesidad de primer orden dentro de dichos ejércitos.

Con esto en mente, Colombia podría ofrecer un paquete de ayuda muy completo: entrenamiento militar, para operaciones anfibias o de fuerzas especiales; y material de primera que no tiene por qué limitarse únicamente a las LPR-40, pues nuestra industria militar también produce otras cosas. Puesto que los países africanos suelen tener necesidades muy grandes en materia de seguridad, poco a poco, aprovechando sus productos y servicios para ganar influencia en la región, el país puede convertirse en un socio valioso para las fuerzas armadas africanas y cumplir un rol dentro de sus esquemas de seguridad.

Como prueba de esto, basta con observar todo lo que el Grupo Wagner ha conseguido en África usando medios más bien modestos. Esta entrada en África es estratégica para el país a largo plazo, especialmente si se tiene en cuenta el crecimiento demográfico del continente y el potencial económico que implica para el país esta apertura comercial. Recordemos que una de las metas del gobierno de Petro en materia de política internacional es el llamado “Plan África”, iniciativa que lidera la vicepresidenta Francia Márquez, que parece ignorar las enormes necesidades en materia de seguridad de los estados africanos.

Colombia, sin ofrecer nada más a cambio, planea un acercamiento con el continente a través de cumbres diplomáticas en torno a la cultura, el cambio climático, el medio ambiente y la paz; una paz metafísica, impalpable y a la colombiana, que pretende dar lecciones de moral a las demás naciones del mundo a partir de nuestro propio fallido proceso de paz, el cual en primer lugar fue tan solo posible gracias a las armas y al sacrificio de muchos. La LPR-40 también es el fruto del sacrificio de los infantes de marina que dieron sus vidas luchando por los ríos de Colombia.

 Gracias a ello, Colombia puede exportar estos conocimientos y conquistar nuevos mercados; pero primero tiene que hacer un esfuerzo importante por posicionar sus productos con una estrategia audaz, que demuestre al mundo confianza en sus propias capacidades. Ucrania está ahí para eso, desesperada por material para librar la guerra, mientras sus aliados avanzan a paso de tortuga en la reactivación de sus otrora briosas industrias militares.

Colombia puede sacar ventaja de la situación, tomando la decisión de embarcarse en un proyecto industrial que cambie la historia de sus fracasos; así como también puede permanecer de espectadora, encallada frente al muelle, viendo zarpar los barcos que se pierden a la distancia.

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