Nuestro propósito superior: Unidos para ser más fuertes.
CrónicasPublicaciones

¿Incursión masiva o incursión selectiva?: Opciones de Putin ante reacción internacional

       Geopolítica de Rusia

       Cada día que pasa quedan menos dudas, que la capacidad de más probable adopción por parte de las tropas rusas será atacar a Ucrania. Para el efecto, Vladimir V. Putin de Rusia busca fisuras en la OTAN, que se ha mantenido en su contra.

      El 18 de febrero de 2022, Joe Biden declaró desde Washington que Putin había decidido atacar a Ucrania “en la próxima semana, en los próximos días”. De inmediato, los escépticos entre los aliados estadounidenses optaron por el silencio.

      En consecuencia, ya no se trata de determinar si habrá agresión rusa contra Ucrania o no. Ahora, el debate es cómo procederán las tropas rusas:

      1). O en un ataque masivo a nivel nacional;

      2). Una serie de golpes tácticos sobre objetivos estratégicos que progresivamente desmantelen el país;

      3). Un asfixiante cerco táctico al estilo de un apretón de boa constrictor.

      La tercera opción se torna aún más fácil con la noticia del 20 de febrero de 2022, de que Bielorrusia permite que las tropas rusas permanezcan indefinidamente en su país, desde donde pueden amenazar a Kiev, la capital de Ucrania. En ese escenario, Putin podría apostar a destruir la economía ucraniana y de paso, derrocar a su gobierno sin tener que utilizar todo su potencial bélico para someter a Ucrania a las redes del Kremlin.

      A grandes rasgos, esos fueron los escenarios analizados intensamente entre el 18 y el 20 de febrero de 2022, en el marco de la Conferencia de Seguridad de Munich, la reunión anual de ministros de gobierno, líderes corporativos y estrategas, en la que diplomáticos, ministros de gobierno y líderes corporativos analizaron de manera puntual, cuáles son las más obvias opciones de Putin.

      Por lo tanto, las decisiones estratégicas de Putin en las próximas semanas marcarán una enorme diferencia, en la forma en que reaccionará el mundo, ante la ya casi inevitable incursión rusa contra Ucrania.

      Si Rusia ataca para tomar todo el país de un solo golpe, el enfoque que los altos funcionarios militares y de inteligencia estadounidenses y muchos analistas externos, por ahora suponen que es la más probable adopción de Putin, desencadenaría la batalla más grande y violenta dentro del territorio europeo, desde el término de la segunda guerra mundial en 1945.

      En este escenario,  el paquete completo de sanciones y cortes de exportación de tecnología, ya anunciados por los aliados occidentales, se invocaría casi de inmediato. Seguiría la condena internacional. Pero es obvio, que Putin apostaría a que esa presión no durará mucho y que, como ya pasó con Crimea,  el mundo se acostumbrará gradualmente a una Rusia nueva y más grande que reconstituye la esfera de influencia, que alguna vez fue el sello distintivo de la antigua Unión Soviética.

      En síntesis, todos los componentes de una masiva invasión rusa parece estar ocurriendo en Ucrania y sus alrededores. Sin duda, están en marcha múltiples operaciones de guerra sicológica contempladas en los manuales soviéticos, de los cuales es muy adepto Putin, ahora llamadas de “bandera falsa”, son calculadas provocaciones orientadas a crear justificaciones, para aducir que Rusia es la víctima y no el victimario.

      Entretanto, el presidente Emmanuel Macron de Francia quien está buscando réditos reelectorales internos derivados de la crisis de Ucrania, al aparecer como el supuesto líder europeo que resolvió el problema, habló por teléfono durante una hora y 45 minutos con Putin.

      Macrón dijo que el lunes 21 de febrero comenzará una serie de reuniones para tratar de imponer un alto el fuego en Donbas, región de ruso parlante ubicada al oriente de Ucrania, donde mujeres y niños son evacuados, después de que los separatistas financiados por Moscú, afirmaron con mentiras, que el gobierno ucraniano estaba a punto de atacarlos, pre-construyendo falsas pruebas para “reaccionar ante una agresión contra la seguridad rusa”

      Por su parte, el secretario de Estado estadounidense Blinken tiene programado reunirse con Lavrov ministro de Relaciones Exteriores ruso, pero ha dejado en claro que la sesión será cancelada si Rusia inicia un ataque masivo o parcial, o cualquier agresión cibernética contra Ucrania, tendiente a apoderarse de más territorio como ya hizo hace ocho años en Crimea.

      Es preciso aclarar, que la información que las agencias de inteligencia pasaron a Biden no aclara, si las órdenes de Putin conducirían a una invasión masiva o a un enfoque más gradual que le daría al líder ruso más oportunidades para explotar las fisuras que podría encontrar en la superficie en la alianza occidental dispuesta contra su avarienta intención geopolítica contra Ucrania.

      Por ejemplo, Putin podría intentar la proposición de que Alemania o Italia, los dos países de Europa occidental que más dependen del gas natural suministrado desde Rusia, cambiaran de postura hasta ahora unánime de los miembros de la OTAN frente a la agresión dirigida desde el Kremlin contra Ucrania.

      A comienzos de enero de 2022, algunos funcionarios estadounidenses señalaron, que presumiblemente Putin tiene como objetivo cambiar de régimen y detener la deriva de Ucrania hacia Occidente, de la manera más económica y con la menor cantidad de víctimas posible. Desde esa óptica, todo lo que busca Putin, es implantar un gobierno títere y flexible al Kremlin similar al de Bielorrusia.

      Esta opción se sustentaría en que Putin ha demostrado durante una década de acción agresiva que sabe cómo afinar una guerra escalonada mediante manipulación diplomática, combinada con guerra sicológica.

      Así ocurrió en Crimea, mediante la combinación de acciones encubiertas y abiertas para interferir y socavar una elección democrática. Pero esta vez es diferente. No es difícil esclarecer de donde provienen los 150.000 soldados que rodean a Ucrania. Por lo tanto es dudoso que se trate de una “incursión menor”, pues no se entiende así, ante la ambición de grandeza de Putin y de pasar a la historia como un integrador moderno de la Madre Patria Rusa.

      Durante una conferencia de prensa en enero de 2022, equivocadamente Joe Biden mencionó la frase “incursión menor”, cuando sugirió que los aliados occidentales, podrían no imponer sanciones completas contra Moscú, ante una “modesta expansión del territorio que Rusia ya controla alrededor de Crimea”. Grave e irresponsable error geopolítico y diplomático del mandatario estadounidense.

      En ese caso específico, Putin podría verificar paso a paso la reacción internacional, observando analíticamente qué tipo de castigo o resistencia militar podría enfrentar. De inmediato, altos funcionarios de la Casa Blanca retractaron la salida en falso de Biden. Un día después, el mandatario estadounidense declaró que cualquier movimiento al otro lado de la frontera rusa, por menor que fuera, desencadenaría el paquete completo de sanciones reiteradas en diferentes escenarios.

      Sin embargo, la administración Biden debate con sello de “urgente” cómo podría Estados Unidos responder a una serie de pasos más pequeños o menos visibles de Rusia en torno a Ucrania.

      Es obvio que en medio de cualquiera de los tipos de ofensiva evaluados por los analistas reunidos en Múnich, Rusia también podría paralizar la red eléctrica y los sistemas de comunicaciones de Ucrania. Por esta razón, Biden envió a la asesora adjunta de seguridad nacional para tecnologías emergentes y cibernéticas, Anne Neuberger, para ilustrar a los altos dirigentes de la OTAN, sobre cómo sería esa maniobra de sabotaje estratégico, incluida la posibilidad de que los ataques cibernéticos ordenados desde el Kremlin, se extiendan a Europa Occidental y Estados Unidos.

      Otra forma de “incursión menor” podría ser la actividad paramilitar intensa de terrorismo orquestado por los separatistas de Donbas, o la aclimatación mediática de un preludio de una invasión tradicional, que por su naturaleza trae a la memoria, la invasión de Hungría por parte de la Unión Soviética en 1956 o Checoslovaquia en la primavera de 1968. Pero en las últimas dos semanas, los funcionarios de la administración Biden, han cambiado su evaluación, diciendo que piensan que lo más probable es que Putin busque algo grande para seguir avanzando en su deseo expansionista geopolítico.

      En ese complejo entorno, desde mediados de enero de 2022, los funcionarios de inteligencia estadounidense recabaron múltiples pruebas, de que el objetivo principal e inmediato es Kiev, predicción que es respaldada por la concentración masiva y creciente de tropas en la frontera entre Bielorrusia y Ucrania, a 100 millas de la capital ucraniana.

      Lo que no está claro, es si esas tropas amenazarían a Kiev desde la distancia, lanzando ataques con misiles sobre ella, o si el plan ruso es rodear la ciudad capital con tropas pero no entrar en ella, para evitar una guerra urbana, que les resultaría demasiado costosa.

      No obstante, en diversas sesiones informativas para miembros del Congreso y otros altos funcionarios, el Pentágono y los funcionarios de inteligencia estadounidense, describieron el peor de los escenarios que ahora consideran más probable como resultado de la agresividad rusa:

      Una semana o dos de terror, constantes ataques con cohetes y combates urbanos, hasta pasar en última instancia a una inmisericorde cacería al estilo ruso, contra quien haya apoyado al gobierno democrático del presidente Volodymyr Zelensky.

Evaluaciones más específicas sugieren que Rusia su incursión comenzaría la agresión cortando las conexiones de internet de Ucrania con el mundo exterior, interfiriendo las redes de telefonía celular y de computadores, y, cortando las comunicaciones entre las unidades militares ucranianas.

Luego lanzarían oleadas de misiles balísticos, habida cuenta que ya se pueden ver los lanzadores móviles, trasladados a las fronteras de Rusia y Bielorrusia con Ucrania, cuyos disparos causarían decenas de miles de bajas en los primeros días.

     Las fuerzas armadas de Ucrania, mucho mejor equipadas y entrenadas que hace ocho años cuando Rusia sorprendió al mundo al invadir a Crimea, lucharán con ahínco, según espera la mayoría de los funcionarios. En respuesta la OTAN se apresuraría a proveer suministros bélicos. La lucha podría durar semanas, hasta convertirse en una guerra de guerrillas.

      Y en torno a esta apreciación se tejen muchas suposiciones, incluida al de ubicar un gobierno títere y salir del país, pero eso es improbable, pues Putin no está dispuesta a repetir la experiencia de 2014 cuando las manifestaciones callejeras en Kiev derribaron al gobierno ucraniano pro-ruso.

      Infortunadamente todos los escenarios actuales y las circunstancias de modo, tiempo y lugar en torno a diplomacia, amenazas de uso excesivo de fuerzas combinadas, diplomacia amañada, intromisión de China, interese geoestratégicos múltiples, pugnas por suministros de hidrocarburos, armas nucleares, intenciones rusas, etc., sugieren que pase lo que pase, el asunto no es ya si Putin ordena cualquiera de las formas de acción ofensiva descritas, sino cuando y cual sería la justificación para hacerlo.

      Si se parte del concepto básico que la guerra es un conflicto singular amplificado, y que de contera su desenlace siempre será impredecible, es obvio hacer la analogía que lo que está pasando en Ucrania amenazada por la obsesión expansionista rusa podría desencadenar una hecatombe de alcances incalculables.

      Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

     Autor de 40 libros de Geopolítica, Defensa Nacional y Estrategia

     www.luisvillamarin.com

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies. Puede ver aquí la política de cookies.    Más información
Privacidad