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Las autopistas colombianas

Por Dilecamu

Según el Diccionario de la Real Academia, una autopista es una carretera especialmente construida para la exclusiva circulación e autom
ni es cruzada a nivel por ninguna otra vía de comunicación o servidumbre de paso; y consta de distintas calzadas para cada sentido de la circulación, separadas entre sí por una franja de terreno no destinada a la circulación. Cabe resaltar que, las calzadas son de cuatro o más carriles continuos, adicionalmente, las zonas adyacentes a las vías deben ser lo suficientemente amplias en caso de que los vehículos se salgan y si es zona montañosa debe contar con muros de contención.
En Colombia tenemos el viejo habito de disfrazar todo lo que hacemos, hacer alarde de lo que no tenemos y llamar a las cosas con nombres rimbombantes, en muchas ocasiones nos pasamos de jactanciosos, denominando a los recién construidos puentes, túneles y centros comerciales “los más grandes de Latinoamérica”. En este mismo orden de ideas, a las carreteras con doble calzada las llamamos autopistas y tenemos; la norte en Bogotá, la del eje cafetero, la del llano, Cartagena-Barranquilla, Medellín-Bogotá y otras tantas. Es mero espejismo, porque no tenemos ninguna autopista y estamos muy lejos de tener vías de cuatro carriles en adelante, con todas las exigencias y garantías que brinda una carretera de alta velocidad.
En nuestro país más del 80 % de la carga es transportada por carretera, un 16 % se mueve por vía férrea y solo un 2 % por modo fluvial, (Informe nacional de competitividad, 2019-2020). En el siglo pasado se eliminó el servicio ferroviario en el país y las carreteras recibieron la sobrecarga del transporte. La lógica era mayor inversión a la infraestructura vial, raciocinio que nunca se llevó a cabo. Desafortunadamente los mayores consumidores y las grandes industrias se encuentran en el interior del país y solo contamos con dos puertos principales uno en el Atlántico y otro en el Pacífico y la conectividad entre los dos es precaria.
Según un informe del INVIAS, de los 7.019 kilómetros que le corresponde administrar, 5.957 están pavimentados y 1.043 no lo están, del total solo el 13,61 % están en excelentes condiciones, 33,58% bueno, 34,28 en regular, 17,68 malo y 0,86% muy malo. El documento en comento, manifiesta que el bajo porcentaje se debe a la corrupción y a débiles políticas de desarrollo en infraestructura. Por otro lado, de acuerdo con el último reporte del índice de competitividad global realizado por el Foro Económico Mundial, Colombia ocupa el puesto 120 entre 138 países analizados en materia de calidad de carreteras. Tenemos las mismas condiciones en estructura vial de países como Zambia, Bolivia, Zimbabue y Camerún.
Para mejorar las condiciones de infraestructura vial los últimos gobiernos implementaron el diseño de las pomposas vías 4G, en Alianzas Público Privado (APP). Al revisar con cuidado estos proyectos, encontramos los mismos con la mismas, denominan sin ningún desparpajo, “autopistas 4G”, por el solo hecho de ser doble calzada y vuelve la mula al trigo. Lo peor de todo, es que se sigue cometiendo el error de siempre, construir las nuevas calzadas al lado de las existentes, con trazados antiguos, geometrías obsoletas, radios de curvatura cerrados, pendientes y cruzando sectores urbanos.
La lentitud en el desarrollo de infraestructura vial se le atribuye a la falta de recursos del estado y al factor geográfico. Ninguna de las dos son excusas contundentes para la implementación vial. Para suplir el primer inconveniente se acudió a las APP, como herramienta establecida en la ley 80 de 1993 y que le permite al sector privado participar y recuperar la inversión de la construcción mediante la explotación de la obra por determinado tiempo, ello incluye el cobro de los peajes. Resultó peor el remedio que la enfermedad, la corrupción con todas sus arandelas en casos como; los de la ruta el del sol, (caso Odebrecht) y la doble calzada Bogotá-Girardot, para mencionar algunos y el excesivo cobro de peajes que saquean el bolsillo de los colombianos, han agravado aún más a situación. En muchas carreteras del país se pagan peajes antes de empezar las obras y en condiciones deplorables, mientras que en países como Ecuador hay un peaje cada 300 kilómetros, aquí los tenemos cada cuarenta o menos y son los más caros del continente.
La APP es el instrumento más expedito para construir autopistas de verdad en Colombia, “siempre y cuando no haya corrupción”. Por otro lado, es hora de tener una política pública de peajes.
DILECAMU
“El escritor sólo puede interesar a la humanidad cuando en sus obras se interesa por la humanidad.” Miguel de Unamuno.

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