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¿Quién es un campesino?

    Por Yolanda Acevedo, voluntaria de Fundelt

    No es solamente un sujeto que interactúa con la producción en el campo, es un ser humano que se levanta de madrugada al clarear el alba, a quien no le importa si el clima le favorece o no, simplemente la responsabilidad enseñada por sus ancestros lo motiva para trabajar en la tierra.

    Con herramientas aún rudimentarias y muchas veces solamente con sus manos engrosadas por su arduo trabajo, sus uñas llenas de tierra, su espalda dispuesta para estar encorvada en la siembra y recolección de sus productos y su sonrisa amplia, esa sonrisa desdentada muchas veces, muestra la sinceridad de su corazón.

    Estos seres humanos que trabajan para llenar las despensas de los citadinos, ofreciendo su vida sin importarles los lujos y prebendas que las ciudades ofrecen son las personas más olvidadas por nuestro Estado, allí, en pequeños latifundios donde solo se reúnen para escuchar a un cura en la misa, o compartir alguna cerveza con sus amigos, luego de terminar su labor, allí es en realidad donde se ve un abandono completo de la dirigencia de turno.

    Para ellos no hay derecho a acudir a la tecnología, por el contrario se roban los dineros dispuestos para ello y nosotros nos quedamos callados impertérritos viendo como suceden las cosas y no tomamos acción frente a las acciones malvadas de quienes manejan los recursos para ellos. Solo tienen derecho a escuchar cualquier noticia a través de un radio transistor, y continuar su vida con voces calladas mientras se roban el fruto de su trabajo.

      A nuestros campesinos se los tiene en cuenta solo para robarles un voto, allí en donde habitan ellos no hay hospitales ni banderas y si bien es cierto en alguna cabecera municipal los atiende el precario servicio del Sisben, deben obedecer a cualquier enfermera, ya que la ausencia de médicos es tangible, eso si logran conseguir esto, teniendo que desplazarse en mula o a caballo pues han tenido que marcar caminos con las herraduras de sus animales, desplazándose por largas horas para recibir un acetaminofén. En el campo la esperanza está ausente.

     Nuestros campesinos cuidan las aguas sin saber muchas veces la importancia que en las ciudades se detenta, son ellos los que en los páramos cuidan los frailejones para que los manantiales continúen, No están detrás de escritorios parametrizando la estructura del país, sino viviendo, con frio o calor, con verano o invierno todo lo que nuestra naturaleza nos ofrece.

    Fundelt con los soldados y oficiales que han recorrido esas áreas de influencia gracias a su labor de servicio, conoce muy bien como es la vida en el campo, quien más que ellos han visto parir en un camión acomodado para ello, a una pobre mujer que no tuvo más opción que ser atendida por un soldado.

    Nos debe doler nuestra gente, debemos propender por mejorar su calidad de vida, no solo en ámbitos del agro, sino proveerles herramientas de toda índole para hacer de su vida un motivo de nuestro agradecimiento y no continuar con la arrogancia humana de entender que ellos son menos personas simplemente porque no han tenido las oportunidades que nosotros si.

     Mi invitación cordial para que a través de nuestra fundación tomemos conciencia y la expandamos en servicio activo, que nuestro egoísmo no siga marcando límites territoriales y que hagamos de Colombia un lugar más justo. Nadie se va a llevar a la tumba más que los ladrillos que pongan encima de sus cadáveres, pero si dejaremos un legado de bondad y solidaridad con nuestra gente a través del trabajo recíproco para ellos.

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