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Titulares que matan

Por Diego León Caicedo Muñoz

“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”Voltaire.

La libertad de expresión y de información es un amparo constitucional, pero también trae consigo una responsabilidad social de los medios masivos de comunicación, en donde se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad.

Los derechos establecidos en la constitución no son absolutos ni ilimitados, según la jurisprudencia de la Corte Constitucional es imprescindible las limitaciones al ejercicio de los mismos, con el fin de preservar y mantener la convivencia pacífica, propia de las exigencias de una vida en sociedad.

Mis derechos van hasta donde comienzan los de los demás, a partir de esta premisa se generan las restricciones, en especial cuando se arremete contra la honra, reputación, la dignidad, el buen nombre, la intimidad, etc.

“Quién tiene la información tiene el poder”, esto lo aprendieron los empresarios hace muchos años y los medios de información son empresas de comunicación que se deben a sus accionistas, que también hacen parte de las grandes corporaciones y grupos financieros, a los cuales solo les interesa incrementar sus rentas con el menor costo.

El emprendimiento se debe apoyar y promover, pero, lo que no se puede admitir es que manejen la noticia como un negocio sin ningún tipo de responsabilidad social.

Los medios cada día aumentan el sensacionalismo y presentan noticias con titulares llamativos, escandalosos o exagerados para tratar de aumentar sus ventas. Lanzan la información en etiquetas alarmantes, muchas veces sin el respaldo probatorio y la noticia sale en primera plana ocupando el mayor espacio posible.

Este amarillismo conlleva a cometer errores, pero cuando se consuma es demasiado tarde, el daño está hecho, la persona afectada quedó expuesta al escarnio público y señalado de por vida.

La rectificación la llevan a cabo porque es una obligación constitucional, pero lo hacen en el lugar menos visible.

Pareciera que la presunción de inocencia no cuenta para los medios, e invierten este principio en “toda persona se considera culpable mientras no demuestre lo contrario”.

La velocidad de la vida cotidiana en el que se mueve el ser humano en todas las dimensiones se ve reflejada también en el consumo de la información y de esto se aprovechan los medios de comunicación.

El problema es que hoy en día las personas solo se quedan con el encabezado, es una práctica que se volvió muy común, por este motivo el titular es muy sensible a la desinformación y manipulación.

Es normal ver epígrafes amañados que no destacan lo esencial y lo peor, no guardan relación con el contenido, cambiándole totalmente el sentido. Los medios de comunicación nos tratan como receptores pasivos y nosotros actuamos como tales, no contrastamos la información y reproducimos lo que en él se nos dice.

Hay una línea muy delgada entre la libertad de expresión y de información y el derecho al buen nombre y la honra, generándose un conflicto de derechos, al respecto la Corte Constitucional ha manifestado:”

La responsabilidad social implica que, en el ejercicio del derecho a la libertad de información, los periodistas y medios de comunicación deben respetar los derechos de terceros, entre ellos, la dignidad humana y la intimidad personal y familiar.

Una intromisión indebida que atente contra estas u otras garantías fundamentales, puede constituirse en un abuso del derecho a informar, razón por la cual juega un papel importante la autorregulación y el cuidado en el ejercicio de obtención de la información”.

No estoy promoviendo la censura, es algo ignominioso, el derecho a la libertad de información y de expresión es propio de toda democracia, pero es hora que la responsabilidad social, la ética y la objetividad en el periodismo se aplique de manera contundente, que se eliminen los sesgos y que los ciudadanos no comamos cuento, no nos dejemos manipular y hagamos el esfuerzo de corroborar la información.

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